Adiós, verano, adiós...
Como muy bien ilustra la viñeta, se nos va acabando el veranito sin darnos cuenta. Al menos yo. O los que como yo no han tenido muchas vacaciones. Yo comencé a lo grande la etapa estival (aquella “semanaincreíbleyfrenética” que os conté hace unos posts), e intenté prolongar ese sentimiento de euforia viajera con un par de fines de semana de salidas de Madrid (creo que también os lo dije...) Pero ahí se quedó. No he tenido un mal verano, ha estado muy bien, pero dentro de esta capital nuestra, y a lo "tranqui". Éso sí, una gozada en cuanto a aglomeraciones en el transporte público (ninguna) si no fuera porque nos tenía mermadas la mitad de las líneas de metro, y los buses circulaban como podían entre zanjas y vallas. Por suerte a mí casi no me ha afectado... fiuuuu.....
Pero yo a donde quería llegar es a que no me doy cuenta de que estoy de verano (salvo por el calor asfixiante, claro) si no tengo vacaciones fuera. Es como si julio/agosto fueran 2 meses fantasmas del calendario. Todo es diferente: sales un poquito antes de currar, no hay cursos de nada con lo que tienes toda la tarde (o lo que te queda de ella) libre, hay desbandada de gente, te inflas a granizados de limón, la fruta es variada y rica-rica (en eso le saca mucha ventaja al invierno), tenemos más horas de luz, la programación de la tele es tan infumable que acabas descubriendo canales insólitos en el Digital, los periódicos nos ofrecen amenos relatos de verano y más pasatiempos, y bueno, todas esas cosas. Pero sigues yendo a la oficina cada día, haciendo el mismo trabajo de siempre, y siguiendo la rutina. Un día cualquiera. Un mes cualquiera. Dónde se ha ido el verano?
Pero entonces te das cuenta de que, con septiembre, llega la esperanza del otoño, y que cada vez queda menos para el invierno. Para ponernos el jersey, la cazadora, los pantalones de pana, los calcetines y las botas calentitas, y el abrigo, la bufanda, las camisas de manga larga y las chaquetas de lana con su cremallera y su capucha. Y las Doc Martin, la sudadera, las 5 capas... y los guantes, y el gorrito... y salir a la calle y sentir el frío en la cara, y al llegar a casa, meternos en la cama con el edredón pesado y cálido hasta la nariz... Aaaaaayyyyyyyy qué ganas tengo de que llegue el frío!!!!!
Así que nada: si no me das unas semanas de vacaciones fuera, por mí pasa rápido, jefe, que quiero el invierno pero YA- Adiós, verano, adiós!!
2 comentarios
jop -
Un poquito de fresco, vale!, pero para que más?
Chandler M. Bing -